Laia quería regalar a su entrenadora de gimnasia rítmica una
tarta por su cumpleaños, así que vino a encargármela y naturalmente la dije que
no.
Sí habéis leído bien. ¿Por qué le dije no? Conozco a Laia y
a sus 12 años tiene múltiples cualidades, entre ellas están la de ser una
cocinillas y una artista dibujando y creando manualidades así que la propuse
que la hiciera ella con mi ayuda.
Lo primero que le indiqué es que pensara en el diseño en
función del número de invitados y el sabor de la tarta. Siempre digo que si algún día monto un negocio
de tartas ella será mi heredera, y una vez más lo demostró. Me trajo un boceto
detallado donde especificaba formas, colores, pisos, sabor, relleno; increíble,
todo muy profesional.
Siguiendo esas indicaciones el trabajo fue muy fluido. Nos
dedicamos juntas a confeccionar la tarta en las tardes que no estábamos ocupadas
con nuestras obligaciones. Lástima que el último día un problema de agendas no
nos permitió reunirnos y tuve que darle yo sola el empujón final, pero fue una experiencia
preciosa.
El diseño.
Laia decidió que fuera de dos pisos de distinto tamaño, no
la quería de fondant sino cubierta de crema de mantequilla con forma de
pétalos, la gimnasta y la placa sí irían en fondant y estaría coronada por una
banderola.
Esta técnica de los pétalos para cubrir una tarta es muy
sencilla, se trata de ir poniendo con una manga pastelera columnas de bolas de
mantequilla y aplastarlas con una cuchara en un movimiento de desplazamiento
hacia un lado. Es muy fácil pero cuando hay que aplicarla a una tarta grande a
se hace pesada. Os dejo un video demostrativo de “The Boy Who Bakes”, está en
inglés pero no hace falta entenderlo.
Debido al tamaño de la tarta tuvimos que corregir un par de
veces la postura de la muñeca pero esas correcciones también las hizo Laia pues
tenía que ser una postura correcta de gimnasia rítmica.
No dejó nada al azar, el maillot tenía que ser blanco con
una franja roja y falda de flecos, incluso el tapiz debía tener su color
concreto, marrón rodeado de una cenefa más oscura.
El sabor.
También lo tuvo clarísimo, bizcocho de chocolate relleno de
buttercream de chocolate blanco. Un acierto. La receta del bizcocho es esta de Bea Roque, hicimos doble cantidad que nos dio además para unas magdalenas
para el desayuno (sí, magdalenas y no cupcakes porque no llevaron crema).
Buttercream de chocolate blanco.
Con esta cantidad nos dio para un relleno generoso y una
primera capa exterior del piso inferior, la llamada tapamigas, así que la
repetí dos veces más .
- 250 g. mantequilla a temperatura ambiente.
- 250 g. azúcar glass.
- 150 g. chocolate blanco de calidad.
- 1 cucharada de leche.
Se derrite el chocolate blanco, bien al baño maría o con
cuidado en el microondas, de este último modo se pondrá de medio en medio minuto
y se comprobará si está casi derretido, no ha de estar del todo pues con el
calor residual y removiendo termina de derretirse y de otro modo corremos el
riesgo de que se nos queme. Reservamos hasta que esté casi frio.
Batimos la mantequilla, previamente cortada en trozos
pequeños para facilitar la labor, con el azúcar glass y la leche, primero a
poca velocidad hasta que no haya peligro de que el azúcar salga volando y
después a velocidad alta unos tres minutos, ha de quedar muy cremosa.
Bajamos un poco la velocidad y volcamos en un hilo grueso continuo
el chocolate, luego subimos otra vez la velocidad hasta que se integre; de dos
a tres minutos.
Todas las tartas que hago son especiales para mí pero esta
ocupa un lugar de honor porque la hice con mi querida Laia.
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