Fondo

viernes, 28 de febrero de 2014

Yo soy la velocidad. Soy Rayo McQueen. ¡Ka-chow !




Cuando mi hijo tenía tres años le llevamos por primera vez al cine. Anunciaban una película sobre un mundo donde los protagonistas eran coches, la obsesión de mi pequeño. Estuvo nervioso hasta que se apagaron las luces y comenzó la magia. Su padre y yo también disfrutamos de esta deliciosa película mientras mirábamos a nuestro niño de reojo, que no pestañeó en toda la sesión. Al salir del cine sólo quería volver a entrar. Luego llegó todo el “merchandising”: material escolar, juguetes, ropa. A día de hoy y ya en su último año de cole aún mantiene su destartalado estuche.

Hacer esta tarta me ha proporcionado una satisfacción doble, rememorar la primera infancia de mi niño y sorprender al pequeño Bruno para su tercer cumpleaños. Bruno tan sólo se lleva dos días con mi hija y una de las primeras reacciones que tuvo ella hacia él fue abalanzarse para abrazarle y darle un beso. Cayeron los dos al suelo ante mi perplejidad y la de su madre que lo vimos pasar como a cámara lenta. Ya le he dicho a mi niña que no se puede ser tan lanzada con los hombres, se asustan. Seguimos viéndonos en el parque y a pesar de su corta edad cuando jugaban interactuaban entre ellos algo poco habitual.

Para la decoración elegí lo que creo se puede considerar un modelo clásico de la tarta Cars, con Rayo como protagonista absoluto en el paisaje desértico. No es una copia tras copia de tartas, es más bien una opción lógica de representar la película de una manera sencilla.



Tarta Red Velvet rellena de crema de queso. La tarta de chocolate para los que no les gusta el chocolate.


Esta tarta es un clásico de la repostería norteamericana, muy solicitada en la celebración de bodas.

Si eres de los que dice no gustarle el chocolate es porque no has probado esta tarta. Su nombre la define perfectamente, velvet (terciopelo). Su textura es aterciopelada con una miga fina, un intenso sabor a chocolate que no resulta pesado combinado con la crema de queso.

Su color rojo rodeado de anécdotas, es un mero adorno que la hace visualmente impactante al corte.

La receta del bizcocho que siempre preparo la obtuve, una vez más, de El rincón de Bea, “Red Velvet Layer Cake”, al final de su entrada está la versión clásica de la crema de queso.

Para que esta crema sea perfecta conviene que el queso usado tenga una elevada cantidad de materia grasa. Yo elimino el suero que pueda traer, no sólo para no licuar la crema sino porque este de da un punto más amargo. El azúcar debe ser lo más fino posible pero sobre todo hay un tema fundamental, no sobrebatir la crema en exceso, parar justo en el momento en que estén integrados los ingredientes o se volverá líquida, además es conveniente meterla unas horas en la nevera. De todas formas, al menos en mi caso, encuentro que es una crema demasiado delicada muy fácil de que se licue durante su uso.

Exite una versión más elaborada de esta crema con una consistencia que me ha convencido y se puede usar al instante, también podéis encontrarla en el blog de Bea, la ha llamado “Cream Cheese Frosting definitivo”, está al final de su entrada “Carrot and Cardamom Cake”... ¡Mmm, cardamomo!. Os dejo, tengo que ir al super, un saludo.

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Gracias Laura por confiar en mí.

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