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viernes, 17 de octubre de 2014

Un minion para Laia.



Cuando tienes niños, propios o ajenos, el tiempo sufre una aceleración que convierte los años en suspiros. Si 20 años no son nada como dice la canción, 11 muchos menos, y sin embargo es toda la vida de mi querida Laia. 

Las etiquetas no siempre se emplean de forma adecuada y si decir “mi vecina” es un término físicamente exacto no lo es emocionalmente. Aún la recuerdo tan pequeña en brazos de su madre acariciándome el pelo, y aunque hoy es casi una mujercita siempre será mi niña.

Y es así como mi niña, aún niña, quería para su tarta de cumpleaños un minion.


Saliendo del taller
Preparándose para el photocall






















Tenía muchas ganas de hacer uno de estos simpáticos personajes. Me hubiese gustado hacerlo de pie, bailando, pero la falta de tiempo (otra vez ese canalla invisible) me lo impidió. Aun así estos muñecos son tan simpáticos que simplemente sentados resultan graciosos. La complejidad de la tarta no depende tanto del personaje como de cuál será su pose, así pues este modelo en concreto es muy simple.

Lista para la entrega

El problema, una vez más, surgió a la hora de cortar la tarta… nadie quiso hacerlo, dicho “honor” volvió a recaer en mi mientras miradas de incredulidad se fijaban en el cuchillo recorriendo la espalda del minion.



Por suerte esa sensación desapareció con el primer bocado y del minion sólo quedó el recuerdo.
El bizcocho volvió a ser de chocolate y el relleno de nesquík de fresa (ver Tarta Osito Gigante), realmente jugoso y la combinación de sabores acertada.

Puede que fuera su cumpleaños pero la carita de ilusión al ver su tarta fue un regalo para mí, qué más se puede pedir.

¡Felicidades mi niña!








2 comentarios:

  1. Sencillamente espectacular!!!!
    Todos alucinados!!!!!
    Volveremos a contratarte y pronto!!!!

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    1. Muchas gracias a vosotros por creer en mi y acompañarme en esta aventura.

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