La mayor queja es la falta de tiempo, lo entiendo, a mí me pasa, pero si es para una fecha concreta es cuestión de organizarse. Hay que tener los ingredientes a mano media hora antes de empezar para que estén a temperatura ambiente. Hacer un bizcocho batiendo mantequilla, azúcar, huevos y harina te llevará media hora luego, se encargará el horno de trabajar por ti. Casi todos los bizcochos se pueden hacer con unos días de antelación además, se pueden congelar y la congelación mantiene su frescura, textura y sabor. El relleno te llevará otra media hora y, como en el caso anterior, se puede hacer con unos días de antelación, ya que la mayoría de los rellenos tienen una alta concentración de azúcar que actúa de conservante, sin embargo no aconsejo congelarlos antes de su uso porque se pueden aguar.
La segunda queja es que “a
mí no se me da”. Es cuestión de práctica,
seguir la receta paso a paso, sin quitar ni añadir nada y conocer tu horno. No
hay dos hornos iguales, debes saber cómo calienta, si tiene zonas más frías y
cómo se ajusta la temperatura al termostato. Aquí es imprescindible un termómetro de horno, son baratos y
fáciles de conseguir. Precalentar el horno y no abrirlo antes de 2/3 de su
tiempo de cocción es fundamental. De todas formas lo normal es que los primeros
bizcochos no sean perfectos hasta que el horno y tú os hagáis amigos.
Pero lo que más miedo da es la decoración. Aquí se
juntan las dos variables, tiempo y “no se me da”.
La manga pastelera
es una opción y dependiendo del diseño podemos hacer cosas muy vistosas,
dominar esta técnica requiere algo de práctica.
Hoy en día se llevan mucho las tartas con fondant. El fondant, una masa elástica
de azúcar, permite realizar trabajos sorprendentes, lleva su tiempo, mucho
tiempo, que empieza por el diseño. Lo que tardes en decorar una tarta dependerá
lógicamente de tu destreza y experiencia, pero una tarta sencilla puede
llevarte alrededor de cuatro horas, sí, sólo esta parte.
Sin embargo estamos hablando de que tiempo es precisamente
lo que no tenemos, y ahora qué. Lo importante es la imaginación y que el “no se me da” es una premisa falsa. Desterrad
esa frase de vuestras vidas, para cualquier cosa, y cambiadla por sí puedo,
tengo que practicar más. Centrándonos en la decoración de tartas, nos podemos ayudar
de elementos varios: velas,
figuritas, lazos. Aquí los puristas se estarán llevando las manos a la cabeza.
Yo tampoco suelo usar elementos no comestibles pero por qué no, es tu tarta, tú
decides.
En el post de Halloween os mostré cómo decorar unos
sencillos cupcakes con papel.
Y si seguimos con Halloween fijaros en esta maravillosa idea
que tuvo Sara Iglesias para sus cakepops, unos deliciosos fantasmitas imaginativos
y dulces como ella para una terrorífica mesa temática.
No necesitas más que aplicar la crema en bolitas y aplastarlas con una cucharilla.
Para dar la bienvenida al verano en un día de campo qué
mejor que unos cerditos retozando sin preocupaciones.
Mi amiga Ana celebra dos veces el cumpleaños de su hija,
primero sólo en familia y luego con los amiguitos y siempre con un postre
casero, así que se le acumula el trabajo, pero derrocha imaginación, una tarta
se convierte en comecocos.
Y todo se puede arreglar. Si los bastones de galleta que elegiste
eran cortos y tuviste que añadir otra fila pero no quedó muy bonita la unión,
un sencillo lazo la disimulará.
Todos estos dulces tienen además otros ingredientes esenciales,
la ilusión y el cariño con que se hacen.
En definitiva, no te asustes, no te compliques si no quieres
y haz lo que te apetezca para que tu mundo y el de los tuyos sea un poco más
dulce.
No hay comentarios:
Publicar un comentario